domingo, 10 de marzo de 2013

Chávez: el pequeño Napoleón - Pilar Rahola


Lo que en vida fue la glorificación de un reyezuelo, en la muerte será una santificación


Finalmente murió y su muerte, a pesar de estar motivada por una enfermedad, será revestida de épica. Como si Chávez hubiera muerto combatiendo a aquel demonio que mentó en la ONU, haciendo alarde de su falta de sentido del ridículo. Como si hubiera caído en combate con el enemigo imperialista, convertido en héroe del pueblo. La retórica del chavismo llega a tal delirio que hasta el mismo cáncer fue enviado por los yanquis a través de algún misil radiactivo. Y lo que en vida fue la glorificación mesiánica de un pequeño reyezuelo, en su muerte se convertirá en una santificación. Él mismo se había otorgado la herencia del martirio de Jesús, y de ahí a ser santo hay un pasito. Ha muerto el Napoleón de Venezuela, usurpador del buen nombre de Bolívar, a pesar de no llegarle ni a la suela de la memoria. Y por más que su herencia deja un país empobrecido, corrompido, con un Estado de derecho al borde del derribo y aliado de los peores países de la humanidad, a pesar de ello todo lo armarán para vender la imagen de un líder glorioso. Fue un patán, pero lo venderán como un Alejandro Magno.

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