Domingo 14 de noviembre de 2010.- A matar o morir. A libro cerrado. A suerte y verdad. El repertorio de frases agitadas por el oficialismo en los últimos días corresponde a los tiempos del kirchnerismo con Kirchner. ¿Puede hacerse, en la administración práctica del Estado, kirchnerismo sin Kirchner? La primera experiencia ha dado una respuesta convincente: no. La propia presidenta usó algunas de esas metáforas ( a matar o morir , por ejemplo) para fulminar de un solo golpe una avanzada negociación en marcha entre oficialistas y opositores sobre el proyecto de presupuesto. Cristina no tomó nota de que su marido ya no está en la política , se desplomó uno de los principales negociadores del oficialismo. El presupuesto corre ahora una suerte insegura.
Los ministros pudieron alertarla de que las cosas no tenían destino empujadas por un capricho. No lo hicieron. Optaron, sin embargo, por competir entre ellos para cumplir con su voluntad. Los principales referentes oficialistas de la Cámara de Diputados quedaron, así, desautorizados. El borrador de acuerdo no era malo para el oficialismo y aseguraba, en principio, el tratamiento ordenado del presupuesto. La competencia de varios ministros los convirtió luego en vendedores ambulantes en el propio recinto. Nunca hubo tanta chapucería para conseguir la aprobación de una ley.
Una diputada recibió una invitación para viajar a China en la hora inverosímil de la 1 de la madrugada. Un muy alto dirigente de la Federación Agraria, otrora líder de la revuelta agraria, le pidió a un diputado del peronismo disidente que apoyara al Gobierno o que se fuera del recinto. Los diputados radicales de Corrientes, Río Negro y Catamarca abandonaron su bloque; esas provincias son gobernadas por mandatarios radicales, que recibieron un urgente pedido de ayuda del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Entró a funcionar lo que, no sin ironía, los políticos llaman la cuestión federal ; es decir, la negociación por el envío de dinero nacional a las provincias.
Un diputado del gobernador chubutense, Mario Das Neves, que milita en el peronismo disidente, abandonó la sesión. El diputado dijo que se iba porque lo estaban destrozando en Chubut en el trámite final de una interna partidaria. Das Neves alegó al día siguiente que el diputado había regresado a su provincia conmovido por un grave conflicto personal . ¿Interna o problema personal? Se sabe que Aníbal Fernández habló también con Das Neves. ¿Qué quieren para aprobar el presupuesto? ¿Qué piden? , fueron las preguntas más asiduas desde el oficialismo.
Hubo casos peores. A la diputada radical por Santa Cruz Elsa Alvarez la llamó un comprovinciano, el secretario de la Lucha contra la Droga, José Granero, para convencerla de que se fuera de la reunión. Intentó una vez y falló. En la segunda llamada, Granero le anunció a Alvarez que le pasaría el teléfono al ministro Julio De Vido. La diputada cortó antes de hablar con De Vido y cerró su teléfono móvil.
A un diputado por San Juan lo llamó el secretario de Minería de la Nación y lo comunicó con De Vido. Lo que quieras , le dijo el ministro, lacónico. De Vido fracasó de nuevo. A una diputada peronista disidente por Río Negro la llamó su jefe político y le dijo que había recibido un pedido del senador Miguel Pichetto, también rionegrino, para que ella se fuera. Se debía ir. La diputada resistió la presión. Un mensaje machista y amenazante de su jefe le llegó por teléfono: Piba, andate y pensá en el futuro . La diputada no se fue.
La diputada Cynthia Hotton, que no tiene otro partido que su fe evangélica, recibió pródigas promesas de una diputada importante del oficialismo, que controla decisivos mecanismos de la Cámara de Diputados. Cuatro diputados de Pro se fueron del recinto y dejaron a Federico Pinedo entre abrazos solidarios de varios colegas opositores. Mauricio Macri atribuyó esas ausencias en la sesión más clave del año a una interna en su bloque; otros diputados opositores señalaron que influyeron intereses vinculados con el mundo del juego. Macri será responsable , dispararon Felipe Solá y Elisa Carrió. Sea como sea, sus diputados no lo dejaron bien parado a Macri: sería una deserción grave si él la conocía de antemano, pero sería más grave aún si no la conocía.
También se metió en los teléfonos del recinto el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, pero lo hizo invocando la necesidad de que los peronistas disidentes no dejaran sin presupuesto a un gobierno peronista. ¿Legítimo? Un ministro no puede intentar cambiar el voto de los diputados dentro del recinto , bramó la titular de la Comisión de Asuntos Constitucionales, Graciela Camaño. Camaño avanza en estas horas en la investigación; a su lado, no descartan que decida hacer una denuncia penal. Hay que dar un escarmiento definitivo , dijo otro miembro de esa comisión.
Carrió, Felipe Solá, Silvana Giudici, Patricia Bulllrich y Camaño son las cinco figuras que mueven la Cámara de Diputados. Algunos criticaron el estilo de Carrió para disciplinar a la oposición. Pero ¿se podía ser manso cuando varios ministros estaban provocando una fuga de diputados opositores? Kirchner hacía esto y mucho más, pero el método era prolijo. Todo estaba arreglado antes de la sesión , contó, decepcionado, un diputado oficialista.
Los radicales no se privaron ni de perpetrar un golpe de Estado en plena sesión. Eso es lo que hicieron los seguidores de Ricardo Alfonsín cuando notificaron a Oscar Aguad, esa misma tarde, que será reemplazado en la jefatura del bloque por Ricardo Gil Lavedra. Existía un acuerdo previo para que el propio Alfonsín sucediera a Aguad a partir de fin de año, pero Alfonsín desistió porque él es precandidato presidencial; su corriente insistió en el relevo de Aguad. Gil Lavedra tiene irreprochables antecedentes políticos y personales, pero su experiencia como diputado es muy corta: lleva sólo un año.
Una diputada radical por Córdoba, Silvia Storni, cambió su decisivo voto a favor de Aguad (aunque no lo dijo todavía), aparentemente inducida por su jefe político, Carlos Becerra, enfrentado con Aguad por un enredo cordobés. Storni se fue a Córdoba, estragada por las pasiones de la interna, y abandonó la crucial sesión por el presupuesto.
Los radicales no pudieron sustraerse a la antropofagia que aqueja a la política argentina. Descabezaron el bloque de diputados y amenazan con hacer una amplia e inexplicable depuración interna, en momentos en que la política argentina está más en el aire que en la tierra. Encima, desestabilizaron a Aguad, el candidato radical a gobernador de Córdoba. Nadie descarta una rectificación; todavía están a tiempo. Un grupo importante de senadores radicales quiere replicar en el Senado lo que sucedió en Diputados; los nombres de los senadores Juan Carlos Marino y Oscar Castillo suenen ahora para reemplazar a Gerardo Morales como jefe del bloque. La mancha de la sublevación se propaga.
El peronismo disidente recibió, justo entonces, una noticia fulminante: se fue Carlos Reutemann. No se fue por la interna peronista santafecina (que tiene su propia dinámica) ni por obra de un increíble e improbable ataque de kirchnerismo tardío. Reutemann nunca será kirchnerista ni tomó ninguna decisión nueva sobre su candidatura presidencial. Se fue porque se sintió maltratado por sus pares en la conducción del Peronismo Federal; cree también que la ansiedad opositora de ellos debería calmarse durante algunas semanas. Las fichas las debe mover ahora la Presidenta, y la verdad es que empezó mal , se oyó a su lado.
Reutemann, Solá y Das Neves son los dirigentes del peronismo disidente que ganaron claramente elecciones provinciales el año pasado. Uno se fue y los otros dos, Solá y Das Neves, están más cerca de la puerta que de la común mesa. La política argentina está, otra vez, girando en el vacío.
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